Y de repente se convirtió en una ohana, no sé si el grupo, no sé si el lugar, pero el sentimiento.
Puedo recordar que se sentía sombrío, que se sentía pobre y agitado.
Podía sentir como recorría mi cuerpo y salía por mis dedos. Hace años, hace tiempo, hace sensaciones, hace momentos, hace canciones…
Despedía mi propio aliento, le decía adios, le decía “ya nos veremos”.
No pensar nunca había salido tan bien, no pensar en regresar y pensar en que era momento ya.
Me daba pena el cuerpo, me daba pena que fuera cierto, ya no podía conmigo y lo ocultaba.
¡Cuánto lo lamento!
De repente. He vuelto. De repente. Aquí me encuentro.
Bailamos, lo olvido, me acuerdo, lo siento.
Se libera de mi, me libero de él, somos uno de nuevo y agradezco el sentimiento, prometo no alejarme, prometo no quebrarme, no sé si existe un antes, sin eso o con eso me siento parte del momento y del sentimiento.
Quiero agradecer, quiero no correr, me mantengo y seguiré.
Sonrío porque lo siento, porque lo olvido y me alegro, porque me provoca que me recorra por el cuerpo. Insisto y critico, a mí al inicio.
Provocaré.